El contexto de la seguridad vial en Catalunya presenta cifras que, aunque muestran una disminución en la mortalidad, resaltan la necesidad de un enfoque más riguroso sobre la siniestralidad. El año pasado se registraron 136 muertes en 121 accidentes mortales en la red viaria interurbana, lo que representa una baja significativa respecto a los 152 decesos en 136 siniestros del año anterior. Esta reducción del 11% en el número de muertes es un dato positivo, pero no puede ocultar el alarmante aumento en la cantidad de heridos graves, que alcanzaron las 803 personas, lo que equivale a un 11,5% más que en 2023.
El Servei Català de Trànsit (SCT) ha subrayado que, en comparación con 2019 —un año que se considera referencia para el cumplimiento de objetivos de seguridad vial—, el número de muertos se ha reducido en un 23%. En 2019, el trágico balance fue de 175 víctimas en 161 accidentes, lo que genera un dilema sobre la efectividad de las políticas actuales de seguridad vial.
De acuerdo con el SCT, el 50% de los accidentes mortales ocurren por las tardes, siendo este el intervalo con mayor número de fatalidades, alcanzando las 68 víctimas. La mañana sigue en segundo lugar con 46 muertes, y los fines de semana y festivos representan aproximadamente la mitad de las tragedias, con 70 decesos. Esto indica una clara necesidad de intensificar las campañas de concienciación durante estos períodos críticos.
Entre los fallecidos, un preocupante 45,5% pertenecía a colectivos considerados vulnerables, incluyendo 47 motoristas (siete menos que el año anterior), 8 peatones (cinco menos), 6 ciclistas (dos más) y un usuario de vehículos de movilidad personal (VMP). Esta elevada representación de los motoristas, quienes conforman aproximadamente un tercio de las víctimas mortales, destaca la urgencia de medidas que protejan a este grupo tan expuesto.
El análisis del tipo de vehículo involucrado en los accidentes revela un aumento en la siniestralidad de furgonetas, con 13 muertes registradas en este tipo de vehículos, un notable incremento respecto a 2023, donde solo hubo un difunto. Esta tendencia plantea interrogantes sobre la seguridad operativa y el estado de las furgonetas en circulación.
En cuanto a la tipología de los accidentes mortales, se observa que 44 de los 121 incidentes fatales implicaron un solo vehículo, mientras que otros 30 fueron confrontamientos frontales, 16 fueron chocar lateralmente y 15 fueron colisiones traseras. Esta variedad de circunstancias indica que se deben considerar múltiples estrategias para mejorar la seguridad vial.
La carretera con más siniestralidad fue la C-37, que contabilizó 7 muertos, de los cuales 3 perdieron la vida en un solo accidente en Castellfollit del Boix. Otras vías destacadas incluyen la Eix Transversal (C-25), N-II y N-420, cada una con 6 muertes. El SCT ha notado una "reducción importante" de la siniestralidad en la AP-7, donde el número de víctimas ha disminuido en 9 casos respecto al año pasado y también en comparación con 2019, lo que puede atribuírse en parte al cambio a la gratuidad de esta vía.
Los datos demográficos también son de preocupación. Una abrumadora mayoría del 86% de las víctimas mortales eran hombres, con 117 hombres frente a 19 mujeres. Además, el 76% de los 803 heridos graves también eran hombres. Estas estadísticas sugieren que los programas de educación y prevención deben considerar las dinámicas de género en la conducción y el uso de la carretera.
Por edad, la franja más afectada fue la de 55 a 64 años con 29 muertes, seguida por la de 45 a 54 años con 21 fallecimientos. Sin embargo, es alarmante notar que la tasa de mortalidad entre los mayores de 65 años ha aumentado significativamente, alcanzando las 17 víctimas, un 89% más que el año anterior, lo que indica la necesidad urgente de proyectar un enfoque más fuerte en la protección de este grupo en vías públicas.
A nivel demográfico, Barcelona se mantiene como la región con mayor mortalidad, con 55 muertes, aunque ha experimentado una disminución del 14% respecto al año anterior. Las comarcas de Baix Llobregat y Bages son las que más víctimas han registrado, con 9 muertos cada una, seguidas del Maresme con 8. De las 47 muertes de motoristas en toda Catalunya, 26 se reportaron en la demarcación de Barcelona, lo que subraya la necesidad de una vigilancia más intensa en estas áreas de alto riesgo.
Tarragona también ha sufrido su parte de tragedia, contabilizando 34 muertes, con diciembre siendo particularmente mortífero con 7 fallecimientos. El Baix Camp es el área más afectada dentro de la demarcación con 12 víctimas. En Girona, el número de decesos fue de 21, un descenso de 7 en comparación con el año anterior, con una notable cantidad de motoristas entre las víctimas.
Finalmente, en Lleida, aunque el número total de muertes ha aumentado ligeramente con 26 víctimas mortales, es esencial señalar que esta es la única demarcación donde la accidentalidad mortal ha tenido un incremento. La comarca del Segrià, con 11 muertes, destaca en este incremento de fatalidades, lo que sugiere que es imperativo aumentar las medidas de seguridad vial en estas áreas específicas.
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