La Fundació Bofill ha hecho una serie de propuestas para mejorar el sistema educativo de Cataluña, con un enfoque especial en la atención a los estudiantes de Primaria y Educación Secundaria Obligatoria (ESO). En su Anuari 2024, que fue presentado recientemente, se ha destacado la necesidad de ofrecer cuatro horas semanales de apoyo educativo a aquellos alumnos que enfrentan mayores dificultades o que presentan un bajo rendimiento académico.
Aunque la fundación ha señalado algunos avances en el sistema educativo catalán, como la reducción de la segregación y el aumento de la escolarización de los más pequeños, también ha manifestado la urgencia de implementar políticas que aborden la pobreza infantil y que fortalezcan el aprendizaje de aquellos estudiantes que más lo necesitan. Ismael Palacín, director de la fundación, subrayó que los resultados educativos son un reflejo directo de las políticas públicas y abogó por la importancia de realizar inversiones adecuadas en el ámbito educativo.
Margarita León, codirectora del anuario, indicó que si bien los datos reflejan un optimismo en ciertos aspectos, persisten déficits estructurales importantes, como la falta de equidad educativa y la necesidad de adecuar las políticas a la realidad actual. En este sentido, el informe resalta que, en los últimos diez años, Cataluña ha experimentado un estancamiento en la comprensión lectora y matemáticas, retrocediendo cerca de un curso académico en estas áreas.
El informe también revela que, aunque el porcentaje de jóvenes con estudios postobligatorios ha crecido en los últimos años, un alarmante 20% de los jóvenes en situación de pobreza abandona sus estudios, comparado con solo un 2% de aquellos provenientes de familias de mayores ingresos. Además, en el ámbito docente, se han incorporado 16.201 nuevos maestros en los últimos ocho años, lo cual se considera un paso positivo, aunque los desafíos persisten debido a un alumnado cada vez más diverso y vulnerable.
A pesar de que el presupuesto destinado a educación en Cataluña ha aumentado en un 37% en la última década, los fondos todavía están por debajo de los niveles de 2009, lo que pone de manifiesto la necesidad de seguir invirtiendo en el sector. La fundación ha señalado que menos del 5% del profesorado está dedicado a compensar las desventajas de los centros más complejos, lo que plantea un reto en términos de equidad educativa.
En cuanto a la escolarización de los niños de 0 a 2 años, Cataluña se encuentra entre las regiones con mayores tasas de Europa. Sin embargo, el acceso sigue siendo desigual, especialmente entre alumnos de diferentes orígenes socioeconómicos. Para abordar estos desafíos, la Fundació Bofill ha propuesto la implementación de grupos reducidos para la enseñanza de matemáticas en la ESO, con el objetivo de concentrar el esfuerzo en los alumnos más desfavorecidos.
Para llevar a cabo estas iniciativas, la fundación también sugiere una serie de medidas adicionales, como la financiación de los centros según sus necesidades específicas, garantizar la presencia de al menos cinco profesionales de atención social y psicopedagógica en las escuelas con mayores retos, y ampliar la oferta de aulas de acogida con alrededor de 600 tutores más.
Finalmente, la Fundació Bofill ha planteado un ambicioso Pacto por la universalización de la educación infantil, con la creación de 20.000 nuevas plazas para los menores de 3 años de manera inmediata, la expansión del programa de comedores escolares con 87.000 nuevas becas, y la instauración de un programa de Mochilas Extraescolares, que proporcionaría ayudas de 300 euros anuales a los alumnos con necesidades educativas específicas. Esta propuesta integral busca no solo mejorar el rendimiento académico, sino también asegurar que todos los niños tengan acceso a una educación de calidad, independientemente de su contexto socioeconómico.
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