
La escritora y editora francesa Vanessa Springora ha lanzado recientemente su obra titulada 'El nombre del padre', en la que se adentra en los secretos familiares de su abuelo. En medio de un contexto político complicado en Europa, Springora advierte sobre el surgimiento de corrientes que podrían tener consecuencias devastadoras en el continente.
'El nombre del padre', publicada por Lumen en castellano y Empúries en catalán, relata el intenso viaje personal de la autora tras la muerte de su padre, acontecimiento que coincide con la publicación de su anterior obra, 'El consentimiento'. En el apartamento familiar, Pumpkin se topó con dos fotografías de su abuelo en su juventud, donde él exhibe símbolos nazis, lo que supone un profundo impacto emocional al enfrentarse a lo que ella describe como el "símbolo del mal absoluto".
Estas imágenes desmantelan la narrativa familiar de que su abuelo, un checo, había sido reclutado forzosamente por el Ejército nazi, luego desertó y trabajó con las fuerzas estadounidenses después de la guerra, planteando así nuevas preguntas sobre la percepción que tenía de su abuelo y su padre.
En una reciente entrevista, Springora, originaria de París, compartió cómo esta impactante revelación le llevó a emprender un proceso de "arqueología de la intimidad". A través de la recopilación y clasificación de documentos hallados en el hogar de sus abuelos, comenzó a desentrañar diversos episodios de la vida de su abuelo, incluyendo la historia de los Sudetes en lo que fue Checoslovaquia.
El fuerte desconcierto inicial por las imágenes la llevó a comprender que el legado familiar escondía un "secreto" que iluminaba las preguntas que había estado formulando durante años sobre sus raíces y su apellido, convirtiéndose esta búsqueda en una forma de liberación personal.
Al ser interrogada sobre la razón por la que su abuelo no se deshizo de dichas fotografías, Springora respondió que era una contradicción en relación con su intento de ocultar su pasado. No obstante, sugiere que al destruirlas, habría estado eliminando un fragmento de su identidad y que, posiblemente, guardaba "cierto orgullo" por ese legado.
La autora reconoció que sus descubrimientos en la casa de su abuelo reflejan "toda la historia del siglo XX", uniendo lo personal con lo político a través de las vivencias de su abuelo y su padre. En un contexto donde las democracias enfrentan desafíos, Springora sostiene que, aunque no cree en la literatura que transmite un mensaje directo, sí valora el compromiso de escribir con responsabilidad, especialmente en tiempos en que las amenazas sobre la democracia y el futuro de la Unión Europea son palpables. Ella no puede evitar establecer paralelismos con la actual situación en Ucrania.
Springora recuerda cómo diplomáticos viajaron a Alemania durante el régimen nazi y sostiene que la reivindicación de los Sudetes fue una de las preocupaciones de la época. Se pregunta, por tanto, "¿hasta qué punto se puede confiar en quienes no respetan el derecho internacional?".
En este sentido, advierte de la necesidad de prudencia y de una conciencia plena sobre el hecho de que el fascismo puede resultar cada vez más atractivo para algunas personas, tal como ocurrió con su abuelo y los ideales nazis.
Finalmente, Springora, que trabaja como editora independiente en una colección feminista destinada a dar voz a autoras diversas, mencionó que actualmente está inmersa en este proyecto y aunque le gustaría explorar la ficción en el futuro, lo haría incorporando elementos autobiográficos.
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