El calentamiento del Ártico eleva las emisiones de CO2 al provocar la pérdida de nitrógeno, revela un estudio.
Un nuevo estudio del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) en colaboración con la Universitat Autònoma de Barcelona ha encontrado evidencias preocupantes sobre cómo el aumento de las temperaturas en el Ártico está afectando el ciclo del nitrógeno en los suelos, lo que a su vez está influyendo en el incremento de las emisiones de dióxido de carbono (CO2).
La investigación, publicada en la revista 'Global Change Biology', indica que el calor excesivo está provocando una drástica reducción del nitrógeno en los suelos árticos, un nutriente vital para el crecimiento de las plantas. Esta falta de nitrógeno resulta en vegetación menos robusta, incapaz de absorber el CO2 de manera efectiva, lo que agrava el problema de las emisiones, tal como indica un comunicado del Creaf.
El descubrimiento es fruto de un experimento de diez años realizado en Islandia, concretamente en Hveragerdi, un área que se transformó en un laboratorio natural tras un terremoto en 2008, el cual activó gradientes geotermales que calientan el suelo a diversas temperaturas, proporcionando una oportunidad única para observar el impacto del calentamiento global en suelos de altas latitudes.
Los investigadores han logrado registrar temperaturas del suelo que fluctúan entre 0,5 y 40 grados por encima de lo normal, lo que les permite estudiar en tiempo real qué ocurre en estos ambientes cuando se ven sometidos al calor extremo del cambio climático.
Sara Marañón, la científica que lidera el estudio, advierte que este fenómeno implica que, ante la liberación de CO2 procedente de los suelos árticos, la consiguiente pérdida de nitrógeno afecta la fertilidad del suelo y obstaculiza la capacidad de los ecosistemas árticos para compensar las emisiones microbianas de CO2.
El equipo de investigación utilizó aminoácidos provenientes de algas, etiquetados con un isótopo pesado de nitrógeno (nitrógeno-15), como herramienta para rastrear el movimiento del nitrógeno dentro del ecosistema. Este método permitió a los científicos inyectar el isótopo en el suelo y, semanas después, analizar cómo se distribuía entre los diferentes componentes naturales, como la vegetación, la hojarasca y las raíces.
Marañón detalla que, en condiciones normales, los microorganismos en los suelos son más activos en primavera y verano, donde consumen nitrógeno y lo transforman en compuestos útiles para las plantas. Sin embargo, a medida que las temperaturas aumentan, este proceso se desincroniza, generando un desfase entre la oferta y la demanda de nutrientes, lo que resulta en la pérdida del nitrógeno transformado.
Asimismo, el estudio ha revelado que la capacidad del suelo para almacenar nitrógeno disminuye con el incremento de la temperatura y que las pérdidas son más graves durante la temporada de deshielo, un hecho que pone en entredicho la resiliencia de estos ecosistemas ante el cambio climático.
Para abordar estos problemas, el equipo tiene programada una nueva expedición de muestreo en agosto, en el contexto del proyecto Sócrates, para seguir investigando el impacto del cambio climático en los suelos del Ártico.
También colaboraron en la investigación el científico del CSIC en el Creaf, Josep Peñuelas, y un equipo internacional de investigadores de universidades como la de Viena, la de Amberes y la Universidad de Agricultura de Islandia.
Newsletter
Entérate de las últimas noticias cómodamente desde tu mail.