En un contexto de división y desánimo dentro del independentismo catalán, el expresidente de la Generalitat, Artur Mas, ha instado a los líderes del movimiento a adoptar una mirada más amplia ante la situación actual en el Parlament. Al conmemorar el décimo aniversario del proceso participativo del 9 de noviembre, Mas expresó que los resultados actuales no son los deseados, pero subrayó que no deben considerarse como definitivos. “El resultado que tenemos, de momento, ahora, no es el que querríamos. Esto está claro y es obvio. Pero el resultado de ahora no tiene por qué ser el resultado final”, dijo, marcando un tono esperanzador en medio de la incertidumbre.
En declaraciones a Europa Press, Mas recordó que el movimiento independentista experimentó un crecimiento significativo desde que comenzó el 'procés' en 2012 hasta alcanzar su cúspide en el referéndum del 1 de octubre de 2017. Este crecimiento, a su juicio, se tradujo en una mayor visibilidad y repercusión a nivel mundial, convirtiendo el tema catalán en un asunto de interés global.
El expresidente valoró la evolución del movimiento a lo largo del tiempo, señalando que en los primeros cinco años la percepción era muy positiva. Sin embargo, a partir de noviembre de 2017, observó que la dinámica cambió y que el proyecto, que antes convencía y atraía seguidores, comenzó a perder ímpetu. “El proyecto que crecía, que convencía y sumaba adhesiones, empezó a perder fuerza”, puntualizó Mas, sugiriendo que los errores cometidos en los últimos años han mermado ese crecimiento.
Al ser interrogado sobre cómo se podría reconstruir la unidad dentro del independentismo, Mas recordó que en los primeros años del 'procés' existió una colaboración efectiva entre partidos y entidades civiles para perseguir el derecho a decidir. A pesar de reconocer que la situación no era idílica, destacó la importancia de priorizar el bienestar de Catalunya sobre los intereses partidistas y personales. "La primera, poner el país, en este caso Catalunya, por delante o por encima de agendas de partidos y personales", destacó Mas, añadiendo que también es primordial restablecer la confianza entre organizaciones y líderes, una tarea que hoy ve como esencial pero no viable en el presente.
Es fundamental, según Mas, aprender de los errores y mostrar humildad para corregir el rumbo. Propuso que las claves del éxito del movimiento cumplen con ciertas premisas, como una movilización ciudadana constante, un objetivo claro -el derecho a decidir-, y un liderazgo unificado que no se limite a la representación de un solo partido. “Las claves del éxito pasan por una intensa y ejemplar movilización ciudadana”, enfatizó.
Diez años después de la jornada del 9N, Mas reflexionó sobre la experiencia con orgullo y emoción, recordando cómo la participación ciudadana superó las expectativas y demostró un apoyo significativo hacia el independentismo en Catalunya. El impacto comunicativo de aquel día fue notable, pues se evidenció la existencia de un respaldo considerable entre la población, lo cual ha marcado un precedente en la historia reciente de Catalunya.
Joana Ortega, exvicepresidenta del Govern, también se ha pronunciado sobre el 9N, recordándolo como un evento que encarnó civismo y valores democráticos. En una entrevista concedida a Europa Press, Ortega aseveró que el Ejecutivo catalán tenía la responsabilidad de responder al fervor ciudadano por la libertad. “Lo teníamos que hacer. Es una obligación de los gobiernos escuchar a la gente”, enfatizó, lamentando que la reacción del Gobierno central ante la votación fuera la judicialización en vez de un abordaje político.
A pesar de que Ortega reconoce que la aspiración de los catalanes por decidir su futuro político persiste, muestra preocupación sobre la posibilidad de cumplir este deseo debido a la falta de unidad en el movimiento. “La unidad, con todo lo que ha pasado, es muy difícil de encontrar”, comentó.
La expresidenta de la ANC y del Parlament, Carme Forcadell, también tuvo palabras de reconocimiento para el 9N, considerándolo como un punto crucial que marcó la colaboración entre la sociedad civil y las instituciones. Forcadell lo vio como un ensayo que preludió lo que posteriormente sería el referéndum del 1-O en 2017. Criticando a los partidos independentistas, achacó el “demérito” de la pérdida de la mayoría en el Parlament a la falta de organización y unidad entre ellos.
Al final, Forcadell hizo un llamado a la acción para reconstruir la unidad que permitió el éxito del 9N y el 1-O, enfatizando la necesidad de que sociedad civil y partidos trabajen juntos en una estrategia común, que podría implicar un nuevo referéndum. “Ahora nos tenemos que rehacer, recoser y debe volver aquella unidad”, concluyó, resaltando la importancia de la colaboración para el futuro del independentismo.
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