Condena de prisión perpetua revisable para los asesinos de una pareja de ancianos en Barcelona en 2019.
El fiscal ha calificado las declaraciones del condenado como una "sarta de mentiras", reflejando la indignación que suscita este crimen tan atroz.
En una reciente resolución, la Audiencia de Barcelona ha impuesto dos penas de prisión permanente revisable al individuo que en 2019 cometió el asesinato de una pareja de ancianos en su hogar ubicado en el barrio de Sants. Este infame acto fue llevado a cabo con el macabro objetivo de ocultar el hurto y estafa de dinero y joyas a sus víctimas.
La sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, especifica que el condenado deberá cumplir un mínimo de 22 años en prisión antes de poder optar por el tercer grado. Se trata de una medida de seguridad que busca asegurar que el culpable asuma plenamente las consecuencias de sus actos.
Además de las penas por asesinato, el tribunal ha dictado una condena adicional de 4 meses y 15 días de cárcel por un delito continuado de estafa. A esta penalización se suma la obligación de indemnizar a los familiares de los ancianos fallecidos con una suma total de 250.000 euros, un paso hacia la justicia que se espera sirva de consuelo a las víctimas sobrevivientes.
Esta contundente sentencia ha recogido la petición del fiscal de imponer doble prisión permanente revisable, tras un veredicto del jurado que declaró culpable al procesado del doble crimen, en el que se había ganado la confianza del matrimonio a través de engaños.
Se sabe que el acusado ya enfrentaba antecedentes por estafa, con una condena previa en 2017 que le llevó a pasar 21 meses en prisión. En marzo de 2019, cuando trabajaba como comercial en el ámbito de la salud, conoció a la pareja de ancianos. Desde entonces, comenzó a visitar su domicilio de manera regular, falseando su intención de ofrecerles productos útiles, aunque en realidad buscaba aprovecharse de su vulnerabilidad y soledad.
Mediante esta relación, el condenado logró obtener información bancaria de los ancianos en julio, inscribiéndose en una plataforma de transferencias financieras, utilizando a una de las víctimas como fachada, aunque con su propio número de teléfono para no ser rastreado. Realizó una transferencia de 100 euros e intentó otra que fue rechazada.
El 6 de agosto, el acusado presuntamente robó la tarjeta de crédito del matrimonio, intentando retirar efectivo en varios cajeros, pero no logró hacerlo debido a que ingresó un PIN incorrecto. Este hecho provocó que los ancianos se alarmaran y contactaran con el banco, quienes les informaron del intento de sacar dinero, lo que llevó a la pareja a tomar medidas para bloquear su tarjeta e interrogar al comercial que les había visitado.
Unos días más tarde, entre el 16 y el 19 de agosto, el condenado, en un intento desesperado por mantener su plan depredador y evitar las repercusiones de su desenmascaramiento, atacó a la pareja en su domicilio. Armado con un instrumento cortante, les infligió múltiples heridas que les causaron la muerte.
Durante el juicio con jurado popular celebrado en octubre, el procesado negó "rotundamente" la acusación y trató de presentarse como un buen amigo de las víctimas, describiéndolas como "bellísimas personas". Sin embargo, el fiscal Félix Martín desestimó sus afirmaciones, reiterando que sus declaraciones eran simples falacias destinadas a eludir su responsabilidad en unos asesinatos crueles, donde la doble prisión permanente revisable se considera una respuesta adecuada a la gravedad de los actos cometidos.
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