BARCELONA, 2 de septiembre.

Tristeza y reflexión embargan hoy a la comunidad cultural y educativa de Cataluña tras la muerte del filósofo Fèlix Martí, destacado fundador del Centre Unesco de Catalunya y primer director de la Fundació Jaume Bofill. La noticia fue divulgada por la fundación a través de la red social X, en un comunicado que ha sido recogido por Europa Press.

La fundación ha recordado la trayectoria de Martí, quien se convirtió en un símbolo de resistencia contra el régimen franquista gracias a su inquebrantable defensa de los valores democráticos, así como su firme apoyo a la lengua catalana y la libertad. A lo largo de su vida, estuvo vinculado a múltiples organizaciones que promovían la paz, el diálogo interreligioso y el respeto mutuo entre diferentes comunidades.

Catesco, el grupo que evolucionó del antiguo Centre Unesco de Catalunya, expresó su profundo pesar por la pérdida del pensador, a quien describió como un "gran visionario" que impulsó la proyección internacional de Cataluña, subrayando que la existencia de la organización no habría sido posible sin su orientación y liderazgo excepcional.

Nacido en 1938 en Barcelona, Martí se graduó en Filosofía y comenzó su carrera como profesor en esta disciplina. Desde joven, se implicó en el movimiento scout y el activismo estudiantil. Su dedicación a la causa lo llevó a ser encarcelado en 1971 por el Tribunal de Orden Público, acusado de realizar propaganda clandestina.

Entre sus logros, se destaca su función como director de la Fundació Bofill durante la breve etapa entre 1969 y 1971, así como su labor como docente en el Institut de Teologia de Barcelona desde 1973 hasta 1988. Además, fue cofundador del Partit Socialista de Catalunya-Reagrupament, aportando significativamente al panorama político de la región.

En 1984, Martí fue pieza clave en la creación del Centre Unesco de Catalunya, donde se mantuvo como director hasta 2002. Su legado también se refleja en los reconocimientos que recibió a lo largo de su vida, como la Creu de Sant Jordi otorgada por la Generalitat y la Medalla de Honor de la ciudad de Barcelona. Además, dejó una huella indeleble en la literatura con obras como ‘Diplomàtic sense estat’ y ‘Déus desconeguts’.