Desde hace más de tres siglos, Verges, un pintoresco municipio de Girona, se transforma cada Jueves Santo en el escenario de una impactante procesión conocida como la 'Danza de la Muerte'. Esta tradición, que data de 1666, regresa con fuerza tras los paréntesis impuestos por la pandemia en 2020 y 2021.

La celebración, que ha sido reconocida por la Generalitat de Catalunya como Fiesta Patrimonial de Interés Nacional desde 2010, comienza por la tarde con el paso de los Manages, simbolizando a los soldados romanos, y culmina con la representación de la Pasión de Cristo en la plaza Mayor, antes de dar inicio a la procesión que recorre las antiguas murallas de esta villa medieval.

Este año, la procesión tuvo lugar pasadas las cero horas, marcando oficialmente el inicio del Viernes Santo. La emotiva escenificación relata el camino de Jesús llevando la cruz hacia su crucifixión, incorporando elementos visuales que enriquecen la experiencia, y reviviendo momentos como las tres caídas, hasta llegar al punto culminante: la Dansa de la Mort.

La Dansa de la Mort, excepcional en su naturaleza, se lleva a cabo por un grupo de diez danzantes. Cinco de ellos se visten como esqueletos, marcando ritmos con sus pasos, mientras que los otros cinco, cubiertos con túnicas negras, avanzan en un acompasado desfile. Esta coreografía escalofriante se inicia con el 'capdanser', quien porta una guadaña con la frase 'Nemini Parco' (No perdono a nadie), acompañado por el 'banderer', que agita una bandera negra que dice 'Lo temps es breu' (El tiempo es breve), y un esqueleto que sostiene un reloj, una clara representación del inexorable paso del tiempo hacia la muerte.

La ceremonia finaliza con los danzantes ingresando en la iglesia parroquial de Verges. En un momento de reverente silencio, ofrecen una reverencia ante el Santísimo en una capilla lateral, cerrando así una tradición que no solo perdura, sino que se enriquece con cada nuevo año, recordándonos la fragilidad de la vida y la inevitabilidad del destino que a todos nos espera.