Carla Vall revela en 'Red Flags' cómo identificar el abuso en relaciones: "No es cuestión de azar, es un patrón".

La abogada penalista y experta en criminología, Carla Vall, ha dedicado su carrera a acompañar a más de 1.000 mujeres en sus trayectorias de vida, abordando temas críticos de derechos humanos y violencia de género. Su reciente publicación, titulada 'Red Flags', se ha convertido en un recurso clave para identificar señales de abuso en las relaciones de pareja. Vall argumenta que encontrarse con un 'machirulo' no es una cuestión de mala suerte, sino una cuestión de estadística.
En su nuevo libro, Vall clasifica las diferentes señales de abuso en un espectro de tonalidades rojas, enfatizando que su propia experiencia y las vivencias de las mujeres que ha asistido han sido fundamentales para crear este catálogo. Las señales de advertencia, que pueden parecer sutiles en un inicio, son vitales para reconocer patrones de violencia que se intensifican con el tiempo.
Una de las premisas que destaca en su obra es que las mujeres tienen una habilidad única para distinguir más de 70 tonalidades de rojo, lo que refleja su capacidad de detección de señales preocupantes en sus relaciones. Vall aconseja a las lectoras que no desestimen su instinto cuando perciban indicios de abuso, enfatizando la importancia de prestar atención a sus propias emociones y percepciones.
El texto ahonda en cómo las primeras manifestaciones de violencia a menudo son difíciles de identificar debido a las concepciones románticas que se les han inculcado desde la infancia. Muchas mujeres que llegan a su consulta no buscan formalmente una denuncia, sino una comprensión más clara de la situación que están viviendo.
Vall comparte que algunas mujeres expresan que no se consideran víctimas, lo que ilustra una contradicción interna derivada de la culpa y el estigma cultural asociado con ser víctima de violencia. Este sentimiento no solo es común entre mujeres menos educadas, sino también entre aquellas de clase alta y con un buen nivel educativo, quienes frecuentemente luchan con la vergüenza de reconocer su situación.
La abogada menciona que la violencia puede surgir en diversos contextos y afecta a todas las clases sociales, pero es en la clase alta donde las víctimas suelen sentir un mayor estigma. Vall subraya que, como mujeres socialmente cuidadosas del estatus, probablemente buscan romper con la imagen de ser una víctima convencional, presentándose en su consulta con posturas defensivas.
En el análisis de dinámicas de abuso, Vall aborda conductas como 'ghosting' y 'gaslighting', que distorsionan la percepción de la víctima y generan confusión. Señala que esta manipulación puede ser más devastadora que otras formas de agresión, pues socava la confianza en sus propias percepciones y experiencias.
Los ejemplos de 'gaslighting' que proporciona son concretos y alarmantes, como cuando un hombre manipula la narrativa de una discusión para desviar la culpa. Este tipo de comportamiento se convierte en una herramienta nociva para mantener el control sobre la pareja, afirmando que ella es la responsable de cualquier malentendido o conflicto.
Vall también expone la problemática de las diferencias de edad como un indicador de potencial desbalance de poder en la relación. Cuando un hombre busca constantemente parejas más jóvenes, revela una necesidad de jerarquía que puede manifestar desigualdades emocionales y de experiencia vital entre los involucrados.
En su obra, hay una discusión importante sobre la violencia psicológica extrema, donde algunos agresores amenazan con el suicidio si se contemplan rupturas. Vall señala que esta táctica no es un llamado de auxilio, sino una manipulación profundamente dañina destinada a controlar a la pareja.
Respecto a las violencias sexuales, Vall destaca que, aunque el público tiende a recordar casos extremos, la realidad incluye muchas formas más sutiles de coerción y manipulación, como el chantaje emocional en el ámbito sexual. Resalta comportamientos preocupantes que muchas mujeres enfrentan a diario, como la presión para mantener relaciones íntimas a pesar de no desearlo.
La autora subraya que, cuando se confrontan conductas abusivas, a menudo los hombres intentan desviar la atención hacia sus propias dificultades, buscando victimizarse con narrativas sobre su infancia o estrés laboral. Vall argumenta que, aunque esas historias puedan generar empatía, no justifican comportamientos abusivos en la adultez.
Para las mujeres que se encuentran atrapadas en relaciones abusivas, Vall afirma que salir de estas situaciones es posible y que el primer paso es enfrentar la negación. Alienta a las mujeres a reflexionar sobre sus historias personales y a reconocer las experiencias difíciles que a menudo pasan por alto, ya que este proceso puede proporcionar la fuerza necesaria para liberarse.
Sin embargo, también advierte que desvincularse de un abusador requerirá paciencia y el establecimiento de redes de apoyo. Esto es crucial, ya que el proceso de sanación, al igual que el de victimización, puede ser largo y desafiante.
Vall finalmente hace hincapié en la importancia de rodearse de modelos a seguir que hayan enfrentado situaciones similares y hayan logrado reconstruir sus vidas. Anima a las mujeres a buscar actividades que les proporcionen satisfacción y bienestar, y a desmitificar la percepción negativa de la soltería. “Estar sola puede ser liberador y enriquecedor”, concluye Vall.
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