El expresidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, ha manifestado su creciente intención de interponer una querella en el marco de la denominada ‘Operación Cataluña’. Esta decisión surge tras la difusión reciente de audios que revelan conversaciones entre la exsecretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y el excomisario José Manuel Villarejo, presentados por el medio ‘Rac1’.

En una conversación con ‘Ràdio Estel’, Mas explicó que la idea de presentar acciones legales ya le rondaba la cabeza, aunque había dudado sobre su viabilidad. Sin embargo, los nuevos datos que han salido a la luz han reforzado su convicción de que debe actuar.

El expresidente catalán criticó el escaso avance que ha tenido el sistema judicial español en este asunto, señalando una falta de voluntad para abordar un caso que lleva años pendiendo sobre la política de Cataluña.

Mas enfatizó que su decisión de presentar la querella dependerá del desarrollo de la comisión de investigación en el Congreso, ya que considera imprescindible que se conozcan más detalles sobre las estrategias diseñadas para desacreditar a rivales políticos, especialmente a los independentistas catalanes.

Cuando se le preguntó qué le diría a Cospedal, Mas no dudó en instarla a que, sin titubeos, declare públicamente que las acusaciones son falsas. Además, agregó un aviso sobre las posibles consecuencias legales de mentir en el Parlamento.

En relación a la exdirigente del PP en Cataluña, Alícia Sánchez Camacho, Mas recordó su colaboración durante los años más difíciles de la crisis económica, cuando el PP le brindó apoyo en la implementación de medidas difíciles. Sin embargo, también resaltó la contradicción de aquellos que le ayudaban mientras al mismo tiempo tramaban su persecución política.

Artur Mas lamentó el impacto negativo que la 'Operación Cataluña' ha tenido en la política catalana, acusando a los responsables de presumir de sus logros, los cuales, según él, fueron a costa de dañar la democracia y el bienestar de la sociedad.

Finalmente, Mas subrayó la gravedad del asunto al mencionar cómo este operativo se considera por sus autores como un triunfo, reflejado en la reducción de representación de su partido, Convergència i Unió, que vio su apoyo declinar de 62 a 50 diputados.